Capítulo 114 Me perteneces
Clavó la mirada en Clotilde con atención y su nuez de Adán se agitó notablemente. Su corazón era un mar tumultuoso de emociones contradictorias, un remolino de alegría y angustia, pero se sentía totalmente incapaz de articular aquella compleja oleada de sentimientos. Luchaba internamente, pero era incapaz de resistir la atracción magnética de su presencia.
Mientras ella se acercaba a la cama, Armando luchaba contra su confusión interior, tragándose lo dulce y lo amargo por igual, obligándose a adoptar una expresión de desdén. Estaba a punto de hablar, pero Clotilde se le adelantó. Mirándolo, sus ojos eran escrutadores pero distantes, como los de un ser divino que juzga a un alma descarriada que suplica redención.
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