Capítulo 335 No tengo hija
—¡Expuso sin piedad mis mentiras y me reprendió muy duro delante de mis compañeros! ¡Me sentí culpable, resentida y furiosa! La odiaba. Pero no me atreví a responderle porque era joven en aquella época, y la consecuencia de defenderme era que ella me atacara. Sin nadie que me ayudara, mi situación no haría más que empeorar. Al ver que estábamos a punto de llegar tarde, mi madrastra no cesó en su dura reprimenda. Mi compañera, con voz muy suave, le dijo:
—«Señora, lo sentimos. No volveremos a mentir. Estamos a punto de llegar tarde. ¿Podría dejarnos ir a la escuela ahora?». Para nuestra sorpresa, mi madrastra se volvió para fulminarla con la mirada. Por su atuendo, mi madrastra se daba cuenta de que no era de familia adinerada. Empezó con sus característicos comentarios burlones y sarcásticos. «En efecto, las aves del mismo plumaje se juntan. Defiendes sus mentiras; tú no eres mejor. Voy a decirle a tu profesora que te haga reflexionar sobre tus actos delante de todo el colegio». Sus palabras aterrorizaron a mi compañera...
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