Capítulo 318 ¿Quieres ser mi amigo?
Agarrada con fuerza a la barandilla, Clotilde observó cómo el flujo de autos y personas que circulaban por debajo disminuía de tamaño. Su respiración se hizo más pesada y sus ojos parpadearon con incertidumbre, incapaz de deshacerse de las emociones negativas que estallaban y se dispersaban en todas direcciones.
Sintió un dolor agudo parecido al de una aguja atravesándole las sienes, e incluso «vio», grupos de sombras que aparecían ante sus ojos, dejándola jadeando en una sensación asfixiante. De repente, el sonido de una cerradura girando en la puerta sobresaltó a Clotilde, lo que la hizo retirarse rápido a un rincón del balcón y hacerse por instinto un ovillo. Su corazón latía de modo irregular y, por un momento, todo pensamiento racional la abandonó.
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