Capítulo 288 Ayúdame a frotarme la espalda
En un santiamén, el cuerpo de Clotilde se puso tenso. A continuación, su cuerpo se convulsionó con violencia y se desmayó.
—¿Clotilde? —Armando extendió ansioso la mano para sentir su respiración. Al darse cuenta de que aún respiraba, sintió alivio. Sin embargo, su alivio duró poco, ya que la rabia lo consumió rápido. Rechinando los dientes, cuestionó con ferocidad a los presentes.
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