Capítulo 52 Un mordisco
El teléfono de Clotilde iba a explotar de la cantidad de llamadas que recibía, pero no podía escaparse porque Armando no la dejaba marchar. Desde que había confirmado los sentimientos de Clotilde por él, Armando no podía borrar la sonrisa de su cara. Le dio a Clotilde un poco de medicina y luego le dijo con alegría:
—¡Te pondrás bien enseguida, no te preocupes!
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