Capítulo 328 Protección del Alfa
—Nicolangelo, yo… —La voz de Celia era apenas audible, como si lo que quería decir fuera difícil de articular—. Yo… estoy en un pequeño problema.
En los ojos de Nicolangelo brilló un destello de alegría incontrolable. Reprimió el sentimiento y preguntó con calma:
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