La habitación permaneció en silencio durante un tiempo desconocido hasta que la puerta se abrió sin hacer ruido. Una tenue lámpara iluminaba el espacio interior mientras la brumosa luz de la luna brillaba en el suelo. Una figura blanda yacía en el sofá.
Nicolangelo se acercó y su mirada se posó en el rostro dormido de Luna. Sus largas y oscuras pestañas descansaban sobre sus mejillas sonrojadas.
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