Capítulo 235 El castigo
La furia se encendió en su corazón. Bajó la cabeza y le mordió el labio. Fue su olor y sólo su olor lo que probó. No había olor a ningún otro hombre. Nicolangelo se sintió mejor, pero su posesividad lo abrumaba.
Chupó con avidez los labios de Celia, negándose a dejarla escapar. No le importaba estar haciéndole daño.
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