Capítulo 7 El viejo zorro astuto
Ante Celia estaba la entrada familiar, pero no tenía ningún deseo de volver. No tenía libertad en Finca Heras.
Nicolangelo, negándose a aceptar un no por respuesta, salió del coche y le abrió la puerta.
—Sal del coche —le ordenó. No le dejó ninguna posibilidad de negarse.
—No —se negó con firmeza—. Quiero volver a mi casa. —No tenía intención de casarse con aquel hombre ni de vivir según sus caprichos. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, el mundo a su alrededor empezó a girar. Se encontró apoyada en su pecho, sintiendo una oleada de calor que hizo que su corazón se acelerara por alguna razón.
La condujo al interior de la casa. Los criados que los recibieron se quedaron estupefactos, pensando:
«¿Nuestro Alfa trae de vuelta a la señora Heras, a la que antes echaron?».
Colocaron a Celia con cuidado en el sofá. Nicolangelo le examinó la mano e hizo una mueca de dolor al ver la herida carmesí.
—Trae el botiquín —dijo con frialdad.
Los criados salieron de su estupor y tomaron rápidamente el botiquín.
—Permítame ayudarle, señor. —Uno de los criados no podía soportar que el Señor Heras manejara la situación solo.
—No —respondió Nicolangelo, dándole palmaditas en el dorso de la mano a Celia con un bastoncillo empapado en antiséptico.
—Ay, duele. —A ella no le gustaba el dolor e intentó apartar la mano, pero él la sujetó con firmeza.
—Sé una buena chica y aguántalo —insistió, con una voz sorprendentemente suave a pesar de su gélida conducta. Un atisbo de calidez apareció en su rostro, suavizando su fría apariencia. Pensó:
«Este alfa no es tan frío como parece».
Nicolangelo terminó de vendarle la mano y sopló con suavidad sobre la herida. Su aliento rozó a Celia, haciéndola sentir como si la hubiera tocado. Ella retiró la mano y apartó la mirada.
—Gracias. Ahora, ¿puedo irme a casa?
—Pero esta es tu casa, nena. —Ni siquiera mencionó el divorcio. Le había llevado tanto tiempo encontrar a su pareja, y no podía soportar dejarla marchar.
Sus pupilas se entrecerraron y la impaciencia llenó sus ojos. Entró en pánico al darse cuenta de que no podría ganar una pelea contra un alfa tan poderoso como Nicolangelo. En su lugar, optó por un enfoque más suave: la comunicación.
Se preguntó por qué había cambiado su actitud. En los últimos tres años, la única vez que habían tenido contacto físico había sido la noche anterior. Para ella había sido un accidente. El hecho de que él siguiera persiguiéndola sugería que estaba interesado en su cuerpo.
—Estamos divorciados. Esto es un encarcelamiento ilegal, un secuestro.
De repente, Nicolangelo agarró la mejilla de Celia y la obligó a mirarlo. Se lamió los colmillos, mirándole el cuello.
—Oh, alguien conoce la ley. No esperaba eso de ti. —Se sonrojó. Sabía que se estaba burlando de ella. Se estaba acercando demasiado y ella podía oler su aroma alfa, que la embriagaba—. Debo recordarte, nena, que los papeles del divorcio no están, y no hemos completado el papeleo, así que legalmente, seguimos casados.
No pudo evitar pensar:
«No es un lobo. Es un viejo zorro astuto. Celia estaba furiosa. Sólo un poco más, y podría haber obtenido el divorcio. Él fue quien lo inició, y ahora se retracta. Sólo soy una omega ordinaria. No hay forma de que pueda ganar contra un Alfa».
En ese momento sonó el teléfono de Nicolangelo, rompiendo la tensión. Respondió a la llamada.
Ramón dijo:
—Señor Heras, hay una reunión urgente con gente de Anselia. Tiene que encargarse usted mismo. Estoy fuera de su casa.
Nicolangelo gruñó y colgó. Soltó a Celia y se levantó para arreglarse el traje.
Cuando él estaba a punto de marcharse, ella empezó a formular un plan, pero justo antes de que él llegara a la entrada, se detuvo en seco. Dijo con frialdad:
—Vigilen a la Señora Heras. No dejen que deambule.
—Sí —respondieron los guardaespaldas.
A Celia se le encogió el corazón al pensar:
«¿Me está encerrando en su casa?».
Miró a Nicolangelo con frustración, maldiciendo a la persona que le echó la bebida en el evento. Si no le hubieran echado la bebida, nunca se habría acostado con Nicolangelo, y él no la estaría persiguiendo ahora.