Capítulo 296 Dejar las drogas
Nicolangelo quería volver a su habitación, pero la puerta estaba cerrada. Su compañera lo había rechazado. Nunca en su vida se había quedado fuera de su habitación. Furioso, se las arregló en el estudio por una noche.
Llegó la mañana y el mayordomo abrió la habitación con una llave de repuesto. La puerta al final se abrió con un chirrido. Pegaba el sol en la habitación y proyectaba sombras en las paredes. Celia estaba en el sofá, acurrucada como un gato.
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