Capítulo 12 La llamada telefónica de la tía
Tenía un pequeño escritorio dentro de la habitación, coloqué el jarrón allí y arreglé las rosas de manera que armonizaran. Luego, me senté en la silla y las observaba, pensando en quién se le pudo ocurrir esta idea.
Debía de ser Pedro sin duda alguna, él sabía mi dirección y estaba preparándose para venir a visitarme. Dentro de mí deseaba que fuera el señor O’farrell… pero era obvio que solamente fue “una aventura” que salió mal esa noche. Su desaparición era evidente.
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