Capítulo 50 El peligro acecha
Al salir del parque, volví a la residencia, pensaba en sí contarle o no a la sra. Aíne, tenía unas llamadas perdidas de ella y al intentar devolverle la llamada me aparecía buzón de voz. “Debe de estar preocupada” (Pensaba), lo más seguro es que se extrañaría de no haberme visto y sabiendo la experiencia que había tenido con el auto desconocido, ella, a pesar de sus ocupaciones siempre intentaba estar más pendiente de mis llegadas y salidas. No le gustaba nada que tuviera que pasar por esos sustos. Era como si su instinto materno se activara sobre mí y me protegiera. Le tenía mucho cariño, ella y sus hijos se habían vuelto parte de mi familia también, respetaban mi espacio como su huésped y cliente. Pero lográbamos tener momentos de compartir y coincidíamos en cenar juntos. Me encantaba escuchar a sus hijos, inteligentes, educados sin dejar de hacer sus diversiones y travesuras.
No siempre podía hablar con mi tía Victoria, la diferencia de horario lo hacía difícil, además, de qué mi tía de por sí tenía sus ocupaciones en las que cada año parecía tener más y más…pero entre mensajes nos lográbamos comunicar, mayormente por los negocios. Con Aíne…no era llenar un espacio vacío, sino más bien, extender el espacio y hacerlo más grande, darles su respectivo lugar a los nuevos afectos.
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