Qin Ming caminó hacia las puertas de la Residencia Sun y vio a Qin Mo de pie con la espalda apoyada en su BMW rojo en el frío viento nocturno.
Parecía tan joven como siempre, con su esbelta figura y su piel bien cuidada. Incluso su cabello seguía siendo negro y brillante. Los guardaespaldas sin duda disfrutaban de la vista ya que ella había estado allí de pie durante tanto tiempo. Qin Ming salió y Qin Mo lo miró, con una mirada severa y un toque de amor maternal.
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