Las cinco personas que venían de las montañas eran los jóvenes y osados guardaespaldas de los hombres ricos. Uno de los guardaespaldas fue mordido por una serpiente, estaba envenenado y lo llevaron de vuelta. Entonces, el Señor Zhang le gritó a su guardaespaldas:
—¿Qué pasó? ¿Por qué regresaste? ¿Por qué no fuiste a Ciudad Dorada o a alguno de los pueblos que había por el camino para conseguir botes y guías?
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