Se escuchó un fuerte estruendo cuando Li Meng empujó todos los objetos del puesto del adivino. Ni el letrero de su puesto se salvó y quedó roto en el suelo. Li Meng lo señaló con rabia y le gritó:
—¿Me leíste bien la suerte? ¡Dijiste que me iba a casar con dinero y a vivir una vida de abundancia! ¡Eso es una total tontería! Me han ocurrido muchas desgracias en los últimos tiempos.
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