En el interior de la cabina había dos cocineros de primera categoría preparando todo tipo de comidas mientras una empleada ordenaba los cubiertos. Al volante estaba Long, que hablaba por móvil con su mujer, jurando que estaba de servicio y no perdiendo el tiempo.
Qin Ming miró a su personal con un poco de vergüenza, «¿no sería obvio lo que estoy haciendo si les digo a todos que se vayan? ¿Qué debo decirles? ¿Que lo voy a hacer hasta que salga el sol y que necesito que se vayan de aquí? ¡No hay manera de que diga eso!».
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