Como era de esperarse de una oficial de policía, Sun Changxi era una observadora sagaz y descubrió que Chen Muling solo fingía estar hipnotizada. No obstante, le dijo por accidente lo que sabía a la policía, lo que le causó problemas a Qin Ming. Ahora, Sun Changxi lo veía como miembro de la banda criminal que la estaba vigilando.
—¿Quién eres? Gírate. De lo contrario, no me culpes por ser ruda —lo amenazó mientras colocaba su mano dentro de las aguas termales. No tardó mucho para que Qin Ming sintiera un objeto afilado contra su espalda.
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