Habría estado en silencio por completo si no fuera por la canción fúnebre que sonaba desde el teléfono de Qin Ming. Además, la intimidación que Qin Ming emanaba hacía que Wang Chenghu y sus hombres contuvieran la respiración. No se atrevieron a moverse hacia adelante ni a retirarse; estaban atrapados.
Nian había huido de la escena. Entenderían si se hubiera ido por asuntos urgentes, pero era obvio que se había asustado. La mirada respetuosa que le dio a Qin Ming era como si Qin Ming fuera el abuelo de Nian Laoliu.
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