Qin Ming subió al espléndido yate. Era lo bastante grande como para albergar una fiesta de cumpleaños de una compañía. Era una manera fácil de atraer mujeres. Cuando se movían en el océano, las mujeres tenían que acostarse. Funcionaba mejor que los autos de lujo.
No obstante, Qin Ming no estaba de humor para admirar el yate mientras ponía un pie en la cubierta del barco junto con sus subordinados.
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