—Jefe, Jeremías y sus hombres no se han ido de Calandrias —informó Diana.
Simón frunció el ceño; Su mirada era gélida y severa. Le había dado a Jeremías y a sus hombres medio día para dejar Calandrias en el gimnasio de artes marciales de Florencio ayer. Ellos habían hecho caso omiso de sus instrucciones.
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