Capítulo 250 Te soltaré
Mila y su regordeta amiga de gafas intercambiaron rápidas miradas. Ya se habían dado cuenta de que Simón estaba ahora dentro del enorme espacio, rodeado de cientos de perros en sus recintos.
—Se supone que eres un pez gordo, ¿verdad? ¿Cómo te atreves a encerrar a mi querido Gregorio en una habitación con una tonelada de perros feroces? Me aseguraré de que todos los perros de este lugar te maten a mordidas. —Mila olfateó con desprecio, luego se agachó y abrazó la cabeza del enorme perro negro que tenía a su lado. Señaló a Simón, que estaba en la pasarela junto a los corrales de los perros.
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