Capítulo 3 Consecuencias
Resultó que sus hombres habían confundido a la mujer, lo cual causó que desperdiciara su amor en Ilse por cinco años.
«¿Ella se embarazó antes de casarse y no tiene ni idea de quién es el padre? ¿Entonces podría ella ser mi hija? Bueno, si ese es el caso, el destino me está jugando una broma muy pesada. ¡Oh, qué irónico!».
Cuando Simón por fin volvió en sí, Regina se estaba preparando para irse.
Además, la obligaban a ir de todos modos, en vista de que Ilse decidió que no solo la humillaría, sino que también le pidió que se fuera.
—Oye, Regina, ¡solo espera un segundo!
De repente, Simón se estiró para detener a Regina.
—¿Qué sucede? ¿Quieres irte con ella? —se mofó Ilse.
—¿Y qué? Quieres que me vaya, ¿no? Está bien, entonces, no vengas a rogarme que me quede después de esto —le espetó Simón.
Regina le respondió:
—¿Qué te ruegue que te quedes? ¡Por favor, sigue soñando! Puedo tener a cualquier hombre de la ciudad después de asistir a la ceremonia de retiro del comandante. No eres nada más que una relación por despecho para mí, ¿por qué me molestaría siquiera en prestarte algo de atención?
«Oh, por favor. Estamos hablando de la ceremonia de retiro del comandante. ¿No puedes ver que ahora hasta Hernán está intentando ganarse mi favor?».
Pensaba que un pobretón como Simón debería de sentirse honrado por siquiera poder estar obsesionado con ella. Nunca esperó que Simón se girara de repente para arrodillarse frente a Regina con el pendiente de madera mientras decía:
—¿Te casarías conmigo, Regina?
Este súbito cambio impactó tanto a Ilse como a Hernán. No podían creer que hace unos cuantos segundos, Simón le estaba rogando a Ilse que se casara con él y ahora de repente le propuso matrimonio a Regina.
«¿Qué le pasa? Estaba dispuesto a ser mi obsesionado seguidor cuando yo era una doña nadie, ¿pero ahora que me invitaron a la ceremonia ya no está dispuesto intentar aferrarse a mí? ¿Cielos, qué está pensando? ¿Por qué no actúa como una persona norma?».
Regina estaba por completo sorprendida y se preguntó si lo había escuchado mal.
No obstante, Simón parecía en extremo sincero mientras repetía lo que dijo antes.
—¿Se casaría conmigo, Señora Regina Estévez? Juro que, desde este día, me aseguraré de que nadie la lastime. Le daré una vida de gloria si está dispuesta a aceptar este Sello del Dragón.
Ilse se quedó lívida por lo que escuchó y dijo:
—¡Todos en mi familia saben que no eres más que una relación por despecho, Simón! Solo intentas insultarme proponiéndole matrimonio a esa z*rra sin vergüenza de Regina, ¿no?
—Lárgate de aquí, ¡o te daré una bofetada!
«¡Tienes un deseo de muerte por haber llamado z*rra sin vergüenza a Regina!».
»¡Maldito! —exclamó ella y continuó—: Sabes, en serio me estaba sintiendo mal por ti antes, pero ahora, ¡no quiero tener nada que ver contigo! ¡Acabaré contigo en cuanto regrese de la ceremonia!
No obstante, Regina se veía perdida mientras miraba al pendiente de madera. Estaba pensando en que su hija siempre lloraba porque quería un padre y en que su abuela y su tío estaban planeando casarla con el hijo mayor de la familia Zarco. Era bien sabido que él era un pervertido.
—¡Acepto! —replicó Regina después de suspirar a profundidad y aceptar el pendiente de Simón. Esto causó que él se sintiera en extremo feliz. No obstante, Ilse se puso iracunda después de ver la artimaña de Regina.
Por lo que ahora se acercó a Regina y estaba a punto de sujetar su cabello mientras decía:
—¡Llamarte una z*rra sinvergüenza sería decir poco! ¡Cómo te atreves a apreciar algo a lo que yo renuncié! Acabas de deshonrar a nuestra familia, Regina…
De repente, se escuchó un fuerte golpe cuando Simón golpeó a Ilse en el rostro.
En vista de que Ilse ignoró su advertencia y aun así fue lo bastante osada para insultar a Regina, Simón decidió que cumpliría con su palabra.
Esa bofetada aturdió a Ilse, ya que no podía creer que el hombre que había estado obsesionado con ella durante los últimos cinco años la golpeara por Regina.
Simón miró a Ilse y dijo:
—Escucha con atención ahora. Regina me pertenece a partir de este momento. Mataré a quien se atreva a herirla. ¡Ningún miembro de sus familias se librará de mi ira!
Cada acción tenía una consecuencia. ¡Simón quería que todos supieran que las consecuencias de hacerlo enojar eran nada menos que la muerte! Decidió que Regina sería la persona más importante en el mundo para él desde ese día.
Escuchar eso aturdió a Ilse y se preguntó si Simón era el mismo lamebotas que ella conocía.
—Vamos, Regina —le dijo Simón mientras sujetaba su mano.
De repente, Ilse se burló y dijo:
—No se te olvide, Regina. Mi papá y nuestra abuela ya arreglaron un matrimonio para ti. Si te atreves a irte con él, no hay duda de que la abuela exiliará a toda tu familia del negocio familiar. ¿Dime, crees que puedas vivir con esa cruel madrastra tuya? Oh y que no se te olvide, ¿cómo planeas criar a esa niña bast*rda tuya sin la ayuda de nuestra familia?
Regina se quedó aturdida en cuanto escuchó eso y no supo qué hacer. Sabía que Ilse estaba hablando en serio. En especial cuando la invitaron a la ceremonia. Ilse se había convertido en la niña de los ojos de la familia. Sabía que su abuela le haría caso a cualquier cosa que le dijera Ilse.
Ilse se sintió engreída por el titubeo de Regina mientras decía:
—Mira, Regina, en vista de que somos como hermanas, te daré otra oportunidad. Ahora dime, ¿aún quieres a este hombre?
—Vamos Regina. ¡Conmigo ya nadie será capaz de molestarte! —exclamó Simón
El corazón de Regina dio un salto mientras seguía de forma nerviosa a Simón para salir de la habitación privada.
Tras ver lo desafiante que era Regina, Ilse se quedó lívida mientras gritaba:
—¡Oh, guau! ¡Un lamebotas y una z*rra desvergonzada! En verdad son la pareja perfecta. No te preocupes, ¡dentro de poco ambos estarán rogando por sus vidas!
Regina retiró su mano en cuanto salieron del café.
—¡Mira, Simón! Sé que solo me pediste matrimonio para salvarte de la humillación….
—¡No fue por eso! —negó él de inmediato.
No obstante, Regina agitó sus manos y dijo:
—No tienes que conformarte conmigo. Mira, ya no soy una chica pura e inocente. Puedo decirte con claridad lo que es real y lo que no lo es….
Su respuesta causó que Simón entrara en pánico mientras replicaba:
—Mira, Regina. En realidad, no soy un sujeto impulsivo.
Regina se quedó en silencio después de escuchar lo que dijo. Sabía que no era un hombre impulsivo ya que estaba dispuesto a cumplir una promesa que había hecho hacía cinco años.
—Creo que escuchaste lo que dijo Ilse hace rato. Me embaracé antes de siquiera casarme y tengo que criar a mi hija de cuatro años ahora… —replicó Regina.
No obstante, Simón parecía un poco emocionado cuando le mencionó a su hija. Le dijo:
—En realidad estoy feliz de que tengas una hija, Regina… Quiero decir, quería decir que la tuya no me molesta para nada.
Cuando escucho esto, ella le lanzó una extraña mirada y dijo:
—Solo estás actuando por impulso y hace un rato no sabías en lo que te estabas metiendo, ¿cierto? Sabes, invitaron a Ilse a la ceremonia de retiro del comandante y le traerá buena fortuna a nuestra familia ahora. Yo, por otra parte… Bueno, soy la oveja negra de la familia.
No obstante, Simón se rio y dijo:
—Oh, por favor. Eso no es impresionante para nada. Mira, podemos invitar tantos como quieras, solo dilo. No esperaba que actuara de forma tan arrogante tan solo por una invitación. Si se atreve a hacerme enojar de nuevo, la humillaré tanto a ella como a su padre durante la ceremonia.
Regina puso sus ojos en blanco y le dijo en tono serio:
—Ilse me habló de ti antes y creo que eres un tipo grandioso, aunque un poco obsesivo. Pero ahora parece que también eres bueno para alardear.
No obstante, Simón replicó con tono serio:
—No te estaba mintiendo, Regina. Mira, si quieres ir a la ceremonia, puedo llevarte conmigo.
En vista de que Regina no estaba de humor para escucharlo presumir, le preguntó:
—¿Entonces, en serio quieres ser el padre de mi hija?
—¡Claro! —asintió él de inmediato.
¿Cómo podría no querer cuando él era el padre biológico?
Regina alzó una ceja y dijo:
—Entonces ven conmigo a recogerla del preescolar. Sabes, no depende de mí la decisión. Tienes que pasar su prueba antes de que te permita ser su padre.