Capítulo 169 Sin él
Tadeo levantó la vista y solo entonces se dio cuenta de que el Audi estaba rodeado por soldados bien armados. Ya no tenía forma de escapar. ¡Se había acabado! Tadeo cerró los ojos con desesperación y se sentó desplomado en el asiento del conductor. Y aquellas locas admiradoras del pasillo del tercer edificio se asustaron al principio por los disparos, pero pronto, se volvieron arrogantes de nuevo.
—Simón, eres tan arrogante. Adivinamos que tienes algunas conexiones con el departamento de policía.
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