Simón tomó los pies de Regina en sus brazos como si fueran raros tesoros. Luego le sujetó las pantorrillas con una mano y con la otra le masajeó las plantas de los pies con una fuerza adecuada. Entonces, una corriente cálida se extendió desde la planta de sus pies a todo el cuerpo de Regina y su corazón se agitó. Estaba tan nerviosa que retiró de manera inmediata los pies. Era tímida en extremo. Simón sonrió y preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Te sientes incómoda?
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