Capítulo 5 ¿Quién está atentando contra tu vida?
—¿Qué pasó?
Tanto la Señora Estévez como Carlos se quedaron aturdidas por la repentina intromisión.
—¡Ahora Regina y ese lamebotas de Simón son una pareja! ¡Hasta insistieron en casarse frente a mí hace un rato! —exageró ella.
—¡Qué! —La Señora Estévez se quedó lívida cuando escuchó eso—. ¡Esa mocosa desobediente! ¡No puedo creer que estuviera de acuerdo con casarse con ese pobretón de Simón cuando ya sabía que su madre y yo teníamos planes para casarla con alguien más! —exclamó Carlos con furia antes de aporrear la mesa con su puño.
Nicolás adoptó una mirada amarga en cuanto escuchó eso.
En vista de que la Señora Estévez tenía miedo de que a Nicolás lo ofendiera esto, le dijo de inmediato:
—No se preocupe, Señor Zarco, llamaré a esa mocosa de inmediato. ¡Me rehusó a creer que lo haga de verdad!
La llamó en cuanto lo dijo.
De repente, Regina abrió la puerta de un empujón y entró a la habitación junto a Simón y Andrea.
—¡Cómo te atreves a traer a este hombre a ver a la abuela! —exclamó Ilse.
No obstante, Regina la ignoró por completo mientras le decía a la Señora Estévez y a Carlos.
—Abuela, tío. Tengo que decirles algo. Simón será el padre de Andrea a partir de este momento y nunca me volveré a casar con nadie más.
Su declaración sonó como un insulto directo a Nicolás.
—Escucha Regina. Te daré una oportunidad para que hagas enmienda de tus errores. ¡Dile a este b*stardo que se vaya ahora o sufrirás mi ira! —exclamó.
No obstante, Simón se mofó y dijo:
—¿Sufrir tu ira? ¿Cómo planeas hacer que la sufra?
—Resulta que tengo un video muy interesante en mi teléfono, por lo que, si Regina se atreve siquiera a tener algo que ver con otro hombre, subiré el video a internet. Le mostraré a toda la ciudad lo z*rra que es! —exclamó él con una sonrisa libidinosa.
—¿Un video? Nicolás, ¡basura sin pudor! ¡Nunca estuve contigo en privado! ¡Entonces cómo podrías hacer que alguien fingiera ser yo en ese asqueroso video tuyo? ¡Por qué no solo te rindes ya! ¡No dejaré que alguien tan asqueroso como tú sea el padre de mi hija! —exclamó Regina mientras apretaba sus puños.
—Oh, cierto. ¡Estoy más confiado si se trata de algo relacionado con tu hija! Déjame decirte esto, Regina. Si no duermes conmigo esta noche, ¡me aseguraré de que cada padre y profesor del preescolar se entere del video! No sabrán si es falso o no. Además, esparcirán rumores al respecto. Cuando eso pase, todos te juzgarán a tu hija y a ti. ¡Veamos qué tanto te gusta eso! —exclamó él mientras apretaba los puños.
—Tú… —Regina estaba tan furiosa que se quedó sin palabras por completo.
Comprendía que podía hacer un trato con Nicolás si ella era su único objetivo. No obstante, no se atrevía a hacer nada osado si involucraba a su hija. No obstante, justo cuando Nicolás estaba a punto de sujetar a Regina, una voz amenazante hizo eco en la habitación.
—¡Te daré diez segundos para que borres el video y te largues! —Simón exclamó con una voz amenazante.
Nicolás se quedó aturdido por un momento mientras lo amenazaba y dijo:
—¿Sabes quién soy? ¡Cómo te atreves a robarme a mi mujer!
—No me importa quién seas, pero si te atreves a ponerle un dedo encima a Regina, ¡te asesinaré! —exclamó él en tono frío.
—¿Tú me matarás? Muy bien. ¡Estoy bastante interesado en ver quién termina muerto! —le espetó Nicolás a Simón antes de arremangarse para darle un golpe.
No obstante, antes de que pudiera hacer algo, salió volando y se estrelló contra el sillón con un sonoro golpe.
Se escuchó un fuerte tronido del sillón en cuanto aterrizó. Parecía que el sillón se había roto a la mitad por el impacto.
No tardó mucho tiempo para que el sillón se desmoronara mientras que Nicolás yacía herido en un montón de escombros y tosía sangre.
Después de eso, Simón dijo con calma:
—Se acabaron los diez segundos.
—Tú… ¿Cómo te atreves…?
Nicolás luchó para levantarse de los escombros. Quería responderle a Simón, pero estaba tan conmocionado por lo que pasó que se quedó sin habla.
—No arruines el humor de Regina. ¡Ahora lárgate! —exclamó Simón de repente.
Nicolás se estremeció al notar la frialdad en los ojos de Simón, no se atrevía a decir nada más mientras luchaba por levantarse y correr hacia la salida.
—¡Espera un segundo! —exclamó Simón de repente.
Esto sorprendió tanto a Nicolás que sus piernas comenzaron a temblar.
—¿No… No querías que me fuera?
—Tu teléfono —le ordenó.
Nicolás estaba tan conmocionado que no se atrevió a desobedecerlo y se lo entregó con frenesí.
Simón era más alto que Nicolás, alzó su mano y apretó con fuera el teléfono. En cuanto lo hizo, el teléfono de grado militar se comprimió tanto que se convirtió en polvo. Esto lo aterró tanto que comenzó a sudar frío a borbotones y sintió como si fuera a orinarse.
—¡Largo!
Con un simple movimiento de su mano, el rostro de Nicolás se encontró cubierto de polvo por completo.
Parecía que estaba tan aterrado que no se atrevió a quitarse el polvo del rostro antes de avanzar a trompicones hacia la puerta.
—Tú… ¡Bien hecho, Regina! ¡No puedo creer que encontraras a alguien tan osado como para enfrentarse a Nicolás!
Cuando Carlos por fin regresó en sí, estaba tan furioso que quería asesinar a Regina.
—¡Abuela, nuestra compañía estará condenada si Nicolás decide vengarse y perseguir a nuestra familia!
Parecía que Ilse quería echarle leña al fuego. Esto causó que la Señora Estévez se pusiera furiosa mientras le gritaba a Regina:
—En vista de que es obvio que no te importa el bienestar de nuestra familia y que estás obstinada en casarte con esta escoria que no tiene ni un centavo, ¡quiero que me regreses la mansión y que te vayas a vivir en la calle!
La Señora Estévez tomó su teléfono y llamó al padre de Regina, Luís, en cuanto dijo eso.
—Abuela…
Escuchar eso causó que Regina entrara en pánico un poco.
«Pero es la culpa de Nicolás. Él estaba siendo una escoria sinvergüenza, pero no puedo creer que mi abuela pueda ser tan cruel solo para ganar algunos beneficios para nuestra familia».
—Deberías de regresar con Andrea. No te preocupes, mientras yo esté aquí, ni tu hija ni tú sufrirán daños.
Así, con Andrea en sus brazos, Simón tomó la mano de Regina y salió de la habitación. Regina no se resistió a su consuelo.
Parecía ser que aceptaba que la consolara porque no quería que Andrea presenciara a tan joven edad lo cruel que la gente podía ser. No confiaba en que Simón podría lidiar con Nicolás en lo absoluto. No obstante, en cuanto estaban a punto de cenar, la madrastra de Regina, Berry Lane, la llamó.
—Regina, ¡pequeña z*rra! Si le pasa algo a Luís, ¡será tu culpa!
Regina se sintió sorprendida mientras preguntaba:
—¿Qué le pasó a mi papá?
No obstante, Beatriz se quedó lívida cuando le preguntó eso:
—¿Cómo te atreves a preguntar eso? Ofendiste a Nicolás porque fuiste muy obstinada en casarte con ese b*stardo sin un centavo. La Señora Estévez nos llamó hace rato y quería cortar todas las relaciones con nosotros y quería que nos fuéramos de la mansión. ¡Tu padre estaba tan furioso cuando escuchó eso que le causó un infarto! ¡Apresúrate y ven al Hospital Caridad!