Capítulo 2 Un tesoro nacional
Todo el cuarto se quedó en silencio mientras Simón entraba.
Él podía reconocer a la chica de sus sueños, Ilse, con una sola mirada.
—Oye, Ilse, soy yo, Simón. Regresé para cumplir la promesa que te hice hace tantos años. ¡Regresé para casarme contigo! —sonó bastante emocional cuando lo dijo mientras sujetaba la mano de Ilse.
A pesar de que parecía bastante arrepentido, también bastante responsable mientras lo decía.
—¿Eres tú? —Ilse salió de su trance y su expresión se volvió amarga antes de decir—: Estoy ocupada en este momento. Necesito que te vayas. Podemos hablar después.
—¡Te casarás con este hombre! ¿Dime, tu familia te obligó? ¡No te preocupes, te ayudaré a encargarte de ellos ahora mismo! —exclamó Simón mientras le lanzaba una rápida mirada a Hernán.
—¡Quién te crees que eres, pedazo de basura! ¿Cómo te atreves a faltarme al respeto así? —Hernán estaba enojado por lo irrespetuoso que estaba siendo Simón—. ¿Cómo te atreves a decir que su familia la obligó a hacer esto cuando ambos estamos enamorados con locura el uno del otro? Oh, ahora te recuerdo. ¡Eres Simón, ese pobre soldado de infantería que estaba obsesionado con Ilse hace cinco años!
—¿Soldado de infantería? —Simón frunció el ceño.
Hernán se mofó y dijo:
—¿No lo eres? ¿Oh, en serio crees que, por darle los ahorros de toda tu vida a Ilse, ella esperaría como una tonta por tu regreso? Mira, no estoy aquí para romper tus ilusiones, pero deberías de ser un poco más listo, ¿sabes? Ni siquiera podrías pagar una fiesta de cumpleaños para ella, ya ni hablar de una boda. ¡Por favor, ni lo sueñes!
Escuchar esto solo hizo que Simón se sintiera peor ya que se preguntaba cómo era que un completo extraño se había enterado de que le dio sus ahorros en aquel entonces.
—Dime Ilse, ¿es cierto que no te están obligando a casarte con él? ¿Es cierto que ambos están enamorados con locura? —Él la miró.
Ilse se sintió acorralada y decidió ser brusca.
—Cierto. Nadie me obligó a hacer nada. Yo lo estoy viendo porque quiero —replicó.
Escuchar esto causó que Simón se quedara aturdido por un momento antes de arrancar un pendiente de madera de su cuello e hincarse en una rodilla mientras le decía a Ilse en tono sincero:
—Sé lo difícil que han sido estos últimos cinco años para ti, Ilse. Mira, lo que digo es… Comprendo. No podía abandonar mi puesto porque tenía que defender a nuestro país, pero ahora regresé, ¿entonces podías casarte conmigo? ¿Por favor podrías darme la oportunidad de compensarte por todo?
—¡Pfff!
Hernán se desternilló de risa antes de que Ilse pudiera responder.
—¿Simón, te volviste loco? ¿En serio crees que puedes proponerle matrimonio a Ilse con esa baratija de madera? ¿Esperas poder vivir como parásito en su familia siendo su yerno?
—¿Baratija de madera? Esto es nada menos que el Sello del Dragón. ¡Vale más que las vidas de todos los miembros de tu familia! —exclamó Simón mientras le lanzaba a Hernán una mirada fría.
Uno debería de saber que cualquiera en posesión del Sello del Dragón tenía la autoridad para ejercer el liderazgo de todas las tropas apostadas en las fronteras del norte. Era más valiosa que toda la ciudad. Por lo que se podía considerar como un tesoro nacional.
¿Por ende, cómo podría no ser apropiado usarlo para proponer matrimonio?
—Ja, ja, ja, ja. Oh, Ilse, mira, incluso si querías a alguien por despecho, en serio no deberías de elegir a alguien que tenga facultades mentales deficientes. ¿Cielos, qué es esto? ¿Una obra de teatro? Sello del Dragón, por favor. ¿Te volviste loco por ver tantos dramas fantásticos? ¿En serio creía que eres una ingenua mujer a la que podía engañar con tanta facilidad? —se burló Hernán.
Ilse estaba en extremo avergonzada por lo que dijo, por lo que exclamó con furia:
—¡Lo que dijo es cierto, Simón! ¡No eres nada para mí más que una relación por despecho! Me dijiste que me amabas en aquel entonces y que me darías la gloria para toda la vida cuando por fin te hicieras de renombre. No obstante, ¿sabes que tuve que vivir día a día en los últimos cinco años?
»Tuve que trabajar tan duro por tan poca paga que ni siquiera puedo comprarme una bolsa. ¿Cómo pudiste siquiera decirme que me darías una vida de gloria? Solo mírate. Estás vestido de harapos. Todo lo que tienes es esa baratija de madera. Ni siquiera puedes costear darme un anillo de compromiso. Todo lo que me dijiste sobre ganar fama, ¡no son más que mentiras!
—Ilse, tú…
Escuchar eso causó que a Simón le diera un vuelco el corazón.
No le importaba lo que los otros pensaban de él. No obstante, se sintió horrible cuando la mujer a la que le debía tanto durante los últimos cinco años le dijo todo eso.
—¿Qué más queda por decir? De acuerdo, entonces dime, ¿qué rango tienes en la milicia? ¡No te atrevas siquiera a hablarme si no eres al menos un sargento o tienes un par de miles de millones en tu cuenta! —lo interrumpió ella.
Simón se quedó por completo sin habla cuando ella dijo eso.
A pesar de que el rango de sargento y de que un par de miles de millones no era nada para él, estaba anonadado por qué tan diferente era Ilse comparada con la imagen que tenía en su mente.
—¿Qué sucede? ¿No tienes más que decir? Hum, quizás estaría conmovida si me hubieras pedido matrimonio hace dos días. Pero sucede que me invitaron a la fiesta de retiro del comandante. La reputación de mi familia se disparó gracias a mí. No eres más que un mocoso pobretón. ¿En serio crees que puedes casarte conmigo con el cheque vacío que me diste hace cinco años? ¡Me convertiría en el hazmerreír de todos si alguien se enterara de esto!
Escuchar esto causó que Simón se quedara sin palabras todavía más.
«Entonces, ¿en serio ella creía que ganaría fama solo porque recibió una invitación del comandante? ¡Pero yo soy el comandante!».
No obstante, cuando se dio cuenta de que, en efecto, él le había hecho daño durante todos esos años, Simón decidió decirle que él era el mismísimo comandante.
Mientras tanto, Regina no pudo soportar solo ver y dijo:
—Oye, Ilse, a pesar de que no tengo idea de por qué Simón está tan obsesionado contigo, te dio los ahorros de toda su vida hace cinco años y decidió proponerte matrimonio en cuanto regresó. Mira, incluso si no es rico, sigue siendo bastante sincero. ¿Por qué no aceptas su pendiente por ahora y decides después si quieres o no casarte con él?
Simón notó a Regina hasta ese momento y le lanzó una mirada agradecida.
A pesar de que Regina no tenía mucho maquillaje, seguía siendo mucho más impactante que Ilse.
Regina solo habló porque no quería que la obsesión de Simón de cinco años no valiera nada en lo absoluto frente a otro hombre. No podía quedarse solo viendo lo irrespetuosa que estaba siendo Ilse cuando ella había gastado cada centavo que Simón le había dado en los últimos cinco años.
La única razón por la que Ilse había llevado a Regina con ellos era porque Hernán nunca había estado interesado en ella, sino que parecía estar interesado en Regina. No obstante, ahora las cosas eran diferentes.
Ya que invitaron a Ilse a la fiesta de retiro del comandante, era obvio que Hernán pondría toda su atención en ella.
Además, quería usar esta oportunidad para humillarla, por lo que dijo:
—Oh, Regina, ¿en serio crees que tengo expectativas tan bajas como tú? No hablaré sobre que te embarazaste antes de casarte. ¡Ni siquiera sabes quién es el padre de tu hija! Dime, ¿Quién es el b*stardo con el que dormiste en esa noche invernal de hace cinco años? Oh, tu padre tuvo que venir al siguiente día para que nos mudáramos. Mi padre solo estuvo de acuerdo porque se sintió mal en aquel entonces… De haber sabido que nos traicionarías, no deberíamos haber….
La mente de Simón se volvió un completo desastre al escuchar las quejas de Ilse. Pensó en su interior:
«¿Espera, Ilse no era la chica de hace cinco años? ¿Entonces eso quiere decir que la chica de aquel entonces era nada menos que Regina? ¿La chica que me defendió?».