—¿Qué acabas de decir?
Una pizca de pánico se deslizó en la voz de Juan Campos cuando se dio cuenta de la gravedad de la situación. Él solo era el gerente del restaurante que cobraba el salario. Había insultado y se había burlado de Simón, sin saber que él era capaz de desembolsar cinco millones con solo pulsar un botón. Cinco millones podrían meterlo y sacarlo de la cárcel diez veces.
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