—Hacer que los perros salvajes se sientan queridos son solo las líneas que aprendí durante el rodaje. Por favor, perdóname.
Gregorio se dejó caer a un lado de la jaula mientras suplicaba aterrorizado a Simón que se apiadara de él. Los locos admiradores que estaban a su alrededor gritaron de miedo al ver su pantorrilla ensangrentada.
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