Capítulo 125 Inocencia de los niños
Toda la sala del gimnasio estaba inquieta. Era obvio que Jeremías vino a humillar a los lugareños. Florencio se sintió humillado. Pero en ese momento, no podía dar marcha atrás. Con eso, apretó los dientes y dijo con voz fría:
—¡Está bien! Si pierdo, cambiaré el cartel, pero ¿y si pierdes tú?
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