Capítulo 338 Un raro momento de paz
Cayó la noche. Cuando Santiago llegó, Delfina ya llevaba un rato esperando en una de las salas privadas del Hotel Platino.
—¿No dijiste que a las ocho? —Santiago miró la hora. Eran recién las siete y media, así que pensó que había recordado mal la hora de su cita.
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