Capítulo 139 Eliminar el problema
Cuando Jaime salió de la morgue, su rostro curtido estaba cubierto de arrugas. Sus ojos estaban tan inyectados en sangre que sus vasos sanguíneos parecían a punto de romperse en el siguiente segundo.
Mientras ambos se encontraban en la puerta, el asistente y el guardaespaldas guardaron silencio, sin atreverse a echar un vistazo.
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