Capítulo 117 Echar leña al fuego
Delfina apretó los puños, pero sus ojos parecían tan tranquilos como un profundo estanque de agua estancada.
—¿Estás tan poco dispuesta a quedarte a mi lado? —Santiago recordó la noche de su boda cuando la vio por primera vez. En ese momento, ella parecía tan débil y serena con un par de ojos inocentes y amables. Sin embargo, el odio extremo que sentía por los Murillo estaba tan enredado con la compasión que sentía por ella, que al final surgió el deseo de aprisionarla a su lado para siempre.
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