Era tarde cuando Delfina y Santiago llegaron a la casa de acogida. Así que se retiraron a sus habitaciones para descansar. Cuando Delfina llegó a su habitación, Regina acababa de terminar de bañarse y ahora estaba sentada a un lado de la cama mientras se aplicaba la medicación en la pierna. La habitación olía a aceite de cártamo.
—Deja que lo haga yo. —Delfina se dio cuenta de lo torpe que era y no pudo resistirse a acercarse a ella para ayudarla.
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