Capítulo 538 La vida pendiendo de un hilo
En el momento en que Santiago agarró el cuchillo, una tenue luz atravesó el filo de la hoja y se reflejó en sus fríos e inquebrantables ojos; el mismo par de ojos que había estado ocultando el inexpresable y profundo amor que sentía por alguien.
Mientras Daniel observaba en silencio la resolución de Santiago de morir por el llamado amor, sonrió poco a poco. A Daniel le encantaban los dramas de este tipo; recordaba con claridad que tenía diecinueve años cuando presenció por primera vez una escena de este tipo en la que su primer amor se arrodillaba frente a él con otro hombre.
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