Capítulo 525 Como alguien que se ha ido
Delfina y Santiago siguieron entonces al hombre tatuado escaleras arriba. La escalera de madera era tan estrecha que sólo podía pasar una persona, por lo que Santiago se vio obligado a agacharse como el hombre musculoso para poder abrirse paso por la esquina de la escalera. No fue hasta que llegaron arriba cuando se dieron cuenta de que el lugar tenía más de lo que parecía. En cuanto vieron un pasillo en el piso de arriba al que llegaba la luz del sol, no pudieron evitar preguntarse cómo estaba construida la casa, ya que el sol de la tarde aún podía iluminar las flores a pesar de los altos edificios que se alzaban sobre la casa en el exterior. Pronto fueron recibidos por un anciano sentado en una mecedora, que parecía estar en forma ya que llevaba un traje tradicional del oeste con tirantes, sosteniendo una pipa de mazorca de maíz en la mano. Al mismo tiempo, se le vio holgazaneando con su pez en la pecera a su lado.
—Maestro, están aquí.
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