Capítulo 30 Qué susto me dio
El viaje fue agotador, llegamos a un pequeño pueblo donde nos ofrecieron habitaciones. Nos entregaron dos llaves. El joven que llegó de último se dio cuenta y un extraño brillo iluminó su rostro. Se le acercó mientras que yo tenía en la espalda su morral y en la mano el mío.
—Mucho gusto, mi nombre es Arturo Mansur.
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