Capítulo 34 Una antigua leyenda
Al llegar la noche la señorita se arregló para el encuentro con la tribu, salió del baño con un vestido rojo muy bonito, me entregó una camisa blanca. Desde la tarde en que intentamos besarnos no hemos tocado el tema, nos hemos mantenido en la cordialidad, amistad con derecho a abrazarnos, tomarnos de la mano y ofrecernos extensas miradas. Estamos al límite, si dejo que pase la línea no habrá retorno.
Deseo tanto tenerla en mis brazos, no recuerdo si he compartido intimidad con otras mujeres, tengo claro que era la piel de la señorita Mitali la que deseo besar y lamer de una manera aberrante, quiero perderme en su interior. Entré al baño, el agua bajó un poco mi erección. Cuando salí ella se recogía el cabello y en un acto mío de idiotez dije.
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