Capítulo 14 No es necesario ir a misa
En estas dos semanas la había pasado en el auto vigilando la entrada del instituto. Aburrido, no hacía nada productivo y eso me impacientaba un poco, o bueno, mucho. ¿Qué más podía hacer?, si juré cuidarla mientras salía de clase, me entretenía llenando crucigramas. Ella solía ingresar al auto parloteando con el Padre por celular durante el trayecto al apartamento. De esa manera sabía lo aprendido en clase.
Comenzaron a salir los estudiantes, no la vi salir con sus compañeras cómo era su costumbre. —¿dónde estará?— Dejé el crucigrama un lado, salí del auto, la vi hablando con un joven muy de cerca, demasiado para mi gusto… ¿Y se ríen? Al llegar a donde ellos me interpuse entre los dos, no me importó el dolor que sentí en el estómago. Busqué el cuello del joven, no tenía el medallón, ese mismo que portaba la señorita Mitali, esa era la instrucción y la seguí al pie de la letra. Empujé a ese mequetrefe y con un esfuerzo muy grande aguanté el dolor de tenerla tan cerca, con disimulo me alejé.
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