Capítulo 52 Hechos dolorosos
Desperté en la residencia, Aíne y los niños dormían todavía. Nos habíamos quedado hasta tarde.
Cuando llegué ayer, todavía estaban despiertos, no podían dormir y me puse a jugar con ellos juegos de mesa en el jardín. Aíne nos miraba desde dentro de la casa y se quedaba reflexiva. La podía ver que de vez en cuando daba miradas hacia la puerta de entrada y las ventanas. Ella era fuerte, no decaía tan fácilmente; trataba de disimular lo mal que me sentía de verla así, aun cuando estaban los policías en el auto resguardando la entrada.
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