Capítulo 8 La invitación vs la misión
— Todo está listo para la examinación del objeto. No presenta fisuras, al parecer se ha conservado en buenas condiciones, a pesar de la humedad y considerando que el dueño del terreno no tenía ni idea de lo que encontraríamos.
— Por favor, guarda estos informes en el estudio Roisin, mañana nos enfocaremos en hacerle las pruebas.
— Será genial anexar estos broches de plata a la colección, es posible que daten de mediados del siglo VIII o quizás del IX.
— Sí Roisin, a eso nos dedicaremos mañana, ahora tengo que llenar otros informes que no he terminado y así prepararnos para la visita que nos hará el señor Thomas con su caja de antigüedades, quizás esta vez nos sorprenda con algo nuevo —le sonreí.
— La última vez, lo engañaron haciéndole creer que era supuestamente una espada utilizada por los vikingos. Pobrecito estaba tan apenado. Admito que esos extranjeros fueron osados al intentar copiar las verdaderas. La pintura y el material les falló, hicieron lo mismo que los que se creen expertos en cocina y mezclan el aceite caliente con agua… salen quemados —nos reímos a carcajadas.
Roisi era una experta restauradora, de unos 22 años, recién graduada con honorables méritos, pero algo que la hacía especial era su manera de sacarnos las carcajadas.
— ¿Me perdí de algo? —entrando por la puerta, nos miró a las dos el señor O´farrell.
— Oh no, nada señor, es que recordamos la famosa espada vikinga que nos había llegado en estos días —le respondió Roisi aguantando la risa.
— ¡Ah ya veo! —asentando la cabeza y sonriendo—¡De la que nos salvamos!
— ¿Necesita algo? —le preguntó Roisi.
— Ehhh sí, tengo que preguntarle algo a la señorita Coleman. Por favor si me permite un momento a solas.
— Claro, Charlotte nos vemos en la tarde con el señor Thomas —saliendo de mi oficina.
— De acuerdo —le respondí.
El señor O´farrell recorrió con su mirada las paredes y los pocos archiveros que tenía, así como los papeles que dejé en el escritorio, podía ver su expresión de curiosidad.
— Por favor siéntese y dígame en que le puedo ayudar —le respondí firme para que no se me notara lo nerviosa que su presencia me hacía sentir.
— Gracias —nuevamente me miraba diferente, con aquella mirada placida que me hacía sentir extraña o quizás incómoda—. Se ha acostumbrado muy bien a nuestros protocolos en estas semanas y me han comentado que se la ha llevado bien con todo el personal.
— Si señor O´farrell, aunque sigo siendo novata para muchas cosas, y me falta por aprend…
— Un proceso normal —interrumpiéndome—, lo importante es la disposición y usted la tiene. El sábado debo asistir a una inauguración, en una galería privada de un colega, además de pinturas habrá piezas de cerámica antiguas, y me gustaría… —haciendo una pausa— considero procedente que usted venga también, será en la noche a las 7:00pm, entiendo que no será en su horario laboral, pero no le quitaré mucho tiempo, no estaremos más de dos horas.
— Está bien, allí estaré.
— ¿En serio puede venir? —preguntó con asombro— bueno, no es obligatorio, solo si usted pued…
— Sí puedo ir. ¿Cuál es la dirección?
— Le reenviaré la invitación por e-mail. Si usted desea podría decirme un lugar específico y le puedo pasar buscando antes, debido a que comprendo que no conoce…
— No se preocupe, podré llegar a la ubicación. No tiene que buscarme —trate de mantener la calma, estaba emocionada de conocer ese lugar y más aún de saber que él me estaba pidiendo que lo acompañara.
— Bien —haciendo gestos con las manos y levantándose de la silla—, no hay más nada que decir, le veré allí en dos días —mirándome fijamente y cerrando la puerta al salir.
No pude evitar hacer una sonrisa en mi rostro, fue tan rápida su visita, pero tan intensa las palabras y los gestos. A veces no lograba verlo a causa de sus ocupaciones, pero me contentaba las veces que cruzábamos miradas a lo lejos. Nunca había estado tan atraída de un hombre como lo estaba de él, a pesar de no conocerlo realmente. Me levanté y quise ir al balcón del patio central deseando que nadie me viera para poder reflexionar y…
— Charlotte, ¿tienes un minuto?
— Kevin, dime, estaba…bueno… no importa.
— Estoy de turno y tengo lo que me pediste que averiguara.
— ¿Sí? ¡Eso es una buena noticia!
— Ven, son varios libros que tienes que revisar.
Kevin pertenecía al departamento de archivos y hace unos días le pedí que me ayudara con mi proyecto, pero no le dije exactamente de lo que se trataba. No me imaginé que encontraría algo tan rápido. Me llevó a un estante que tenía al final y tomando tres libros enormes y gruesos me los dejó en una mesa cercana.
— En estos libros están condensados los objetos del siglo XV a los que no se le tienen registros de los dueños y los clasificamos de anónimos —abriendo uno de ellos para explicarme—. Podrás encontrar el tipo de material, sus características, la ubicación del hallazgo, posibles conexiones con otras piezas y más… tendrás mucho que leer.
— Me doy cuenta. Y eso que es apenas el comienzo.
— ¿Qué es lo que buscas exactamente?
— Cuando lo descubra lo sabré.
— Te aclaro que está prohibido llevárselos fuera, pero…con autorización del director te puedo dar un permiso especial para que los tengas en tu oficina por un tiempo determinado.
— No será necesario, no quiero molestarlo con este proyecto, por favor no le digas, quiero tener resultados y es muy pronto para eso (no quería darle explicaciones), si me permites los puedo estar revisando al terminar mi turno y en mis tiempos libres.
— Es tu decisión, me avisas y pasas directo, generalmente me quedo hasta tarde, lo que si te digo es que podrás estar únicamente hasta que sea la hora del cierre.
— Te lo agradezco Kevin.
— De nada, estoy a la orden. Suerte con tu búsqueda.
Los tenía en mis manos, aproveché ese momento para revisar las primeras páginas, iba descartando objeto tras objeto. De acuerdo con las hojas que tía Victoria me legó, debía ser una pieza lo suficientemente resistente, que se haya conservado entera, de tamaño relativamente mediano, algo que pasara desapercibido o común y que fuera ideal para guardar manuscritos (aquellos que mi antepasado Carleen escondió), además de ser un objeto al cual no se le haya descubierto un compartimiento secreto todavía... (solo yo sabía medianamente la historia). Hasta donde llegaron mis tías, existían datos de los posibles terrenos en los que vivieron y justamente esos son los que fueron inspeccionados por este museo, encontrando hallazgos pertenecientes a familias importantes, así como también numerosísimas en el anonimato.
Al salir de mi turno, volví al departamento. Mientras seguía revisando, no podía dejar de pensar en el señor O´farrell, no quería que se enterara de esto, pero sentía que también lo podía llegar a necesitar en algo, pero no sé para qué exactamente; esto era algo mío, mi investigación, no debía involucrarlo. Pero, por otro lado, es como si, al final, él terminaba inspirándome confianza, a pesar de no saber nada de su vida. Muy dentro de mí, estaba alegre de acompañarlo y quería dar mi mejor impresión.
— ¡Sí, ya sé que me pondré para ese día! —pensaba para mis adentros—. ¿Pero qué te sucede Charlotte? ¡Concéntrate en lo que estas buscando!
Realmente, el señor O´farrell en su misteriosa personalidad, se me tornaba muy atractivo. ¿Será posible que se me notara lo nerviosa que me pongo en su presencia? ¿Se habrá dado cuenta de algo? Creo que debo de ser más precavida, al fin y al cabo, es el director; de igual manera, no sé cuánto tiempo me quede en esta ciudad, aunque admito que este país es increíblemente maravilloso.