Qin Ming tomó la mano de Huang Shutong y le dijo lo mucho que lamentaba haberla involucrado en sus asuntos. De repente, sintió que ella le agarraba la mano. Era apenas perceptible, pero estaba seguro de que lo sentía. Así, el joven la miró con rapidez su rostro y se dio cuenta de que ella había abierto los ojos y, aunque parecía débil, estaba despierta.
—Puedes compensarme... Será suficiente. Todavía recuerdo... lo que dijiste en la isla... ¿Me amas? —Huang Shutong dijo sin aliento.
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