—¡Pedazo de m*erda! Estás muerto, ¿me oyes? ¡No te perdonaré por esto! —He Jinshu gritó con rabia fuera del Club Rosa Salvaje. No podía creer que el mayor perdedor de la Ciudad del Mar le acabara de romper un dedo. El dolor era tan intenso que sudaba profusamente por ello.
—Señor He... —Los hombres de He Jinshu se acercaron de prisa para ayudarlo a levantarse—. Lo llevaremos al hospital.
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