Zhao Yuxin salió de su baño de vapor, con un aspecto rosado y seductor. Sin embargo, al hacerlo se dio cuenta enseguida de que había un hombre de pie en la entrada.
Qin Ming se sintió como si le hubieran tendido una trampa. Pensó que algo no iba bien porque no había guardaespaldas en la habitación y que Zhao Yuxin se había marchado en un ataque de ira. «Zhang Quanzhen, te equivocas», pensó para sí mismo con alegría.
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