Qin Ming miraba la hora a la mañana siguiente. Eran casi las nueve de la mañana y se preguntaba si debía ver a Li Meng.
«Después de todo, anoche me esperó en el dormitorio de los hombres. ¿Qué tal si tiene algo importante que decirme? Incluso dijo que moriría si no me presentaba», pensó, pues incluso si la chica solo estaba haciendo un berrinche, de todos modos tenía que estar seguro, «como sea, entonces. De todos modos no tengo nada mejor que hacer». Qin Ming pensó que podría matar algo de tiempo al ir allá.
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