Detrás de la multitud, Qin Ming sostenía un teléfono móvil Huawei barato. Sin detenerse, presionó el ícono del súper cohete para enviar recompensas. Presionó algunas veces el botón de «100», otras más el de «200». Para los ojos de cualquier espectador, era como si viera a piratas informáticos llevar a cabo alguno de sus planes.
Se enviaron tres millones de recompensas. Todo el interés de las plataformas se concentró en la transmisión en vivo de Zhang Xiaoyan, que atrajo a innumerables usuarios.
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