No era posible falsificar una carta así, con los adornos dorados en el sobre, el sello y el nombre del invitado.
Esta carta era una garantía de la seriedad con la que los organizadores y la Fundación Cielo Azul realizaron la invitación. Las personas a quienes iban dirigidas esas cartas debían estar acompañados por personal especial durante todo el evento y no podían ingresar por el pasaje habitual.
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