¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!
Sujetando al Gerente contra el escritorio, Qin Ming le dio tres golpes en el rostro. Con esos golpes severos, la esquina de los ojos del Gerente se llenaron de moretones, su rostro estaba hinchado y su expresión se entumeció. Su saliva, lágrimas, sangre y sudor se combinaron todos en uno.
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