Capítulo 42
Justo antes de que Oliver Brown pudiera posar sus labios sobre los de Amelia, la chica se echó a correr dejando a todos boqui abiertos y a la silla tirada en el suelo patas arriba. El más desconcertado fue sin duda alguna él.
Amelia respiró profundo con alivio al ver que el parqueadero estaba solo, se recostó a la pared trasera hiperventilado y tratando de poner en orden sus pensamientos, se sentía acalorada de más, ahogada más bien, se quitó la chaqueta que traía puesta quedándose con una camiseta de tirantes que apenas si cubría lo necesario, pero no había nadie y el calor la estaba quemando, no sabía si era psicológico o en verdad las brasas se habían apoderado de ella pero en cuanto se sacó la prenda de encima el aire comenzó a refrescar su piel agradablemente.
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