Capítulo 5
La chica se pegó literalmente al extremo por el que salía el líquido y tomó de él como si fuera una borracha de feria, la gente la observaba con admiración sin poder creer que fuera tan buena para tolerar el alcohol, cuando ya no pudo más se levantó y pidió que midieran el contenido para saber cuánto había logrado beber.
—A ver sabelotodo, revisa el contenido, quiero saber si cumplí con el reto, ¡Pídele a tus guarda espaldas deportistas que chequen si ellos serían capaces de beber lo que yo en un minuto!
Dos jóvenes medio borrachos revisaron el barril y aplaudieron dando vitores por la proeza de la chica.
— ¡No cantes victoria, aún hay cerveza en el barril! — Dijo con arrogancia — De modo que no has cumplido con el trato, y todavía debes tomarte lo que queda.
Las personas abucheaban a Mía por la trampa, pues era casi imposible que la joven pudiera beber una gota más sin devolver el estómago.
— ¡Silencio! Esas son las reglas o tu amiga debe intentar un nuevo reto — Sentenció.
Sandra caminó dando traspiés de nuevo hacia el barril, pero Amelia la tomó del brazo deteniéndola.
—No lo hagas Sandra, estás que no puedes ni caminar, yo jugaré el reto, no puede ser tan malo…
Realmente no se lo creía, pero no podía dejar que su amiga tomara más o caería en n coma etílico, Sandra quiso hacer caso omiso, pero cuando se giró para ir en pos del barril enredó un pie con el otro y cayó de bruces en el suelo.
Las risotadas no se hicieron esperar y Amelia tuvo que pedir ayuda para levantarla y llevarla al sillón en donde habían pasado casi toda la fiesta.
— ¿Ya dejaste a la bella durmiente a resguardo? Esa borrachera no la dejará en una semana — Se burló — Amelia querida te toca a ti.
La chica tragó saliva y caminó de regreso hacia el jardín, del otro lado estaban los machos de las Águilas metidos en la parte trasera de la edificación, jugando futbolito y ping-pong bajo techo, aislados de loa que ocurría tras ellos en la piscina.
Mía se quedó mirando a Amelia como si fuera un caramelo muy deseable, era como si los que hubiera ingerido esa noche la llevara a desear burlarse de forma enfermiza de los demás.
—Entonces querida, ¿A ver si te atreves a… mmm…? ¡Seducir esta noche al hombre que yo elija para ti!
Se escuchó un bullicio en respuesta al reto de la rubia oxigenada.
— ¿No pretenderás que me acueste con el primer idiota que me digas?, ¡Eso debe tener implicaciones legales o algol!
—Oh princesa, ¡Pero claro que las tiene! Hay aquí algunos estudiantes de derecho, por eso lo estamos filmando, sobre todo la parte cuando dirás que aceptas por tu propia decisión, que lo harás y que no es bajo coacción alguna, ¡Por supuesto!
¡La maldita había pensado en todo! Eso explicaba la actitud de chica tan empeñada en hacerla jugar.
—Vamos Amelia… estás muy bonita hoy, seguramente con esas piernas y esas bubis no tendrás problemas en llevar a la cama a ninguno en esta fiesta, no te preocupes, no te pediré que lo hagas con ningún viejo verde o con algún profesor, eso se lo dejo a Sandrita, pero si tengo mucha acción en mente.
La tonta se relamía los labios y alguien le alcanzó un vaso con cerveza.
—El único problema con esto es… que si no hay pruebas de que te acostaste con el chico en cuestión esta noche, el reto se repetirá con quien yo quiera elegir el próximo fin de semana, y te aseguro que si no lo cumples, haré tu vida imposible lo que te quede de carrera.
—Acepto — Respondió fríamente Amelia, sin quitarle la mirada de los ojos, decidida a darle una lección a semejante estúpida, no iba a dejar que ganara, que pensara que ella era una mojigata y que no era capaz con un reto estúpido.
Mía abrió tamaños ojos y casi se atraganta con la cerveza.
— ¿En serio lo harás? — Mirándola incrédula.
— ¿Tengo alguna otra alternativa? — Apuntó por si las dudas, aunque estaba casi cien por ciento segura de que la respuesta sería negativa.
—No, claro que no — Poniendo los ojos en blanco.
—Entonces no sé por qué tanto alboroto, escoge ya, que quiero irme temprano a casa — Quitándole hierro al asunto.
—Sí, sí, claro — Se rio — Temprano no, veamos primero si eres capaz de levantársela a quien elegí para ti, recuerda que debo tener pruebas, y si no se la levantas no las tendrás.
— ¿Tienes que ser tan ordinaria y corriente? — Haciendo un gesto de desagrado.
—Quiero ser muy clara, para que entiendas la clase de pruebas que quiero.
— ¿Y a quién elegiste? — Preguntó haciendo lo posible porque su voz no temblara un ápice, aunque por dentro necesitaba en serio, ahora sí, un trago.
—Verás niña pechugona… ¿Ves a esos tipos de allá?
Amelia asintió con la mirada.
—El más alto, ¿Sabes quién es?
Volvió a asentir sintiendo un frío recorrer su estómago, era el Core Back, o Mariscal de campo de las Águilas de la universidad, el tipo con la lista más larga de mujercillas en su cama, el que estaba acostumbrado a cogerse a las chicas lindas que se parecían a Barbie, y ella no era precisamente una flacucha tipo Barbie, así que no tenía con qué hacer que alguien como él se fijara en alguien como ella.
—Es Oliver Brown, el Mariscal de las Águilas, veamos lo que haces con esa mole de puro músculo, mi linda, seguramente te saciará las ganas acumuladas desde hace años — Continuó burlándose.
Esa noche prometía ser larga, además la recordarían mucho tiempo después sin saber en ese momento lo que les deparaba el destino, a quien le gusta jugar con las personas en las situaciones más ridículas, pero más adelante, después de mucho estrés, y de maldecir en su interior, Amelia agradecería internamente a la malvada de Mía por haberlas hecho pasar por todo aquello esa noche.