Capítulo 35
Al terminar la clase de primer grado anunciada por el timbre, todos los niños corren como locos desparramando los utensilios escolares, la pega, las tijeras los trabajos que estaban haciendo y un par de pinturas líquidas. Amelia suspiró, se agachó para recoger el desastre e ir poniendo todo en las estanterías de los trabajos y los materiales donde se leía en letras de imprenta: “Cada cosa en su lugar, y un lugar para cada cosa”
Una de las niñas se acercó para peguntarle por un zapato perdido, Amelia bajo la mirada a los pies de la chiquilla y tenía un pie descalzo y el otro con unas botas de goma con los colores del arco iris.
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